El nombre de Price, está vinculado a la historia del circo en Madrid. Evoca la instalación en la Plaza del Rey, que fue conocida como Circo Teatro de Price «por el maestro del circo Thomas Price», desde su construcción, en 1880 hasta 1970, cuando la piqueta destruyó el edificio.
Y todo ello, sin que Price inaugurara siquiera las modernas instalaciones que llevaban su nombre, ya que murió en Valencia, estando de gira con su espectáculo, en 1877.
Thomas Price nació en Irlanda en 1813 y comenzó muy joven su actividad en el circo, destacando como acróbata y clown en el Londres de 1836. En estos primeros años, la actividad circense estaba muy vinculada a los espectáculos ecuestres.
Así, en el año 1845,el joven Price se había convertido en un consumado jinete, con su propia compañía de circo, el Price´s Circus, además de dominar otras disciplinas, como la gimnasia, la acrobacia y el clown.
El nacimiento del Circo Price
En 1947, Price entró a formar parte de los «caballistas Price Brothers«, para vincularse al poco a nuestra ciudad, instalando un barracón para sus actuaciones en las cercanías de la antigua Plaza de Toros.
Además, inauguró otra segunda instalación en Barcelona y realizó frecuentes giras por las capitales españolas y europeas.
En 1868, dejó su barracón y se instaló en los terrenos del antiguo Jardín de las Delicias, en calle Recoletos con esquina Bárbara de Braganza, cerca de donde se había instalado, años antes, otro teatro-circo conocido con el nombre de Príncipe Alfonso, que estaba relacionado con las actividades del acaudalado Simón de las Rivas.
En 1876, ocurre un suceso que conmueve a todo Madrid: el incendio y destrucción del Teatro del Circo, que terminó siendo conocido como Circo Olímpico, y que había sido toda una institución de la vida artística de la capital.
El circo, vinculado al Marqués de Salamanca, estaba en terrenos del Conde de Polentinos (antiguo «Jardín de las 7 chimeneas»), en plena Plaza del Rey.
Se trataba de un lugar emblemático de la historia de la villa y corte, pues durante un tiempo fue residencia de Godoy, y vio al joven Víctor Hugo corretear por el jardín, mientras su padre dirigía la campaña de ocupación de la Península por los ejércitos de Napoleón.
El nuevo edificio del Circo
La relación entre nuestro Mr. Price y el Conde de Polentinos era muy estrecha y la destrucción del edifico de la Plaza del Rey hace que surja un acuerdo entre estos dos caballeros.
Este acuerdo comprometía al Conde, propietario del terreno, «contruir un edificio moderno con los más adelantados medios de construcción para dedicarse a la actividad de circo» y a Mr. Price lo arrendaría de forma continuada para dedicarlo a circo permanente.
Pero la mala suerte se interpuso en la trayectoria del proyecto y Thomas Price murió en Velencia, el 22 de agosto del año 1.877, en el trascurso de una gira profesional, a los 64 años de edad.
No obstante su yerno, William Parish, en su memoria, tomó el testigo de la construcción del nuevo edificio, que acabó llamándose «El Circo Price«.
Algunos datos interesantes del nuevo circo son:
- El proyecto fue realizado por Agustín Ruiz de Villanos y la decoración del local fue encomendada a Montesinos.
- Su estructura metálica, según las estrictas instrucciones de Parish, junto con el telón metálico, se diseñó para paliar las consecuencias de posibles incendios de tramoyas entre el público.
- Además se iluminaba el recinto con el, por aquel entonces, moderno alumbrado de gas.
- La pista se realizó con un diámetro de casi 14 metros, medida superior a la que se consideraba idónea en los circos y no igualada en ningún circo de la época.
Merece la pena hacer un alto en el camino y comentar la extraña alianza entre los prohombres del capital económico, la del Marqués de Salamanca con la frívola vida de la ciudad, representada por el Circo Olímpico.
De Teatro del Circo a Circo Olímpico
Tras el incendio, el solar fue utilizado por el Circo Price de la plaza del Rey. Esto ocurrió gracias a la fusión de las actividades de dos hombres del espectáculo y a la vez cuñados, Laribau y Guillet, años atrás, en 1835.
El primero aportaba gran experiencia en juegos acrobáticos y en el alambre y el segundo era un experto caballista.
Ambos deciden hacer representaciones de batallas históricas con puestas de escena, de poca trama y mucho aparato, donde los caballos llevaban, el peso de la acción.
Las grandes maniobras de los lanceros polacos, El árabe y el caballo, Diabolo o los facinerosos de la Calabria, La Muerte de Zumalacárregui en el sitio de Bilbao, son algunos de sus más destacados números.
Durante algunos años, el resultado económico fue bueno, pero, en 1840, comenzó un desequilibrio entre ingresos y gastos, por lo que se vieron obligados a contratar a Jean Baptiste Auriol, un gran artista francés, considerado como el mejor clown de su tiempo.
Baptiste Auriol triunfó en Madrid pero, a pesar de su éxito, regresó a su compañía del Circo Nacional de París en 1941.
Esto supuso un duro golpe para el Circo Olímpico que se hizo notar enseguida en la recaudación, y del que la compañía no pudo sobreponerse, lo que obligó a reconvertir el local en un lugar para actuaciones líricas y teatrales.
El Marqués de Salamanca, adquirió el teatro y se convirtió durante algunos años en su empresario, con el fin de utilizarlo como punta de lanza de sus relaciones con el mundo de la farándula. Creó una academia de coreografías y se encargó personalmente de la elección de las bellas señoritas para su cuerpo de baile.
Así mismo, dotó al feo local de una gran decoración «alfombras en pasillos y escaleras» y gran lujo en las puestas de escena de las obras, generalmente con espectaculares bellezas de la época, como las bailarinas La Fuoco y La Guy-Stephan, que causaban sensación entre los espectadores masculinos.
Además, estableció el sistema de barra libre para el público que asistía a las representaciones, y otorgó agasajos privados para los invitados de sus palcos.
En fin, una maravilla para el Madrid de aquellos tiempos, que veía cómo una emigración creciente, de harapientos jornaleros del campo, se asentaba en los barrios más pobres de la ciudad.
A su muerte, el Marqués de Salamanca había sido abogado, conspirador, alcalde, juez, banquero, contratista de obras, empresario de teatros, director de empresas, ingeniero, agricultor, ganadero, ministro, senador, diputado, marqués, conde, Grande de España, y mil cosas más. Merced a su talento, llegó a reunir una de las más colosales fortunas de su tiempo.
A partir de 1951, un grupo de músicos «con Barbieri al frente y un cantante, Francisco Salas, que aportó el capital» comienzan a afianzar un nuevo género lírico, eminentemente español y genuinamente madrileño. Estrenaron zarzuelas con títulos como Jugar con fuego, La estrella de Madrid, Marina, El hijo del regimiento,… entre los más significativos.
Un nuevo empresario, Alberto Bernis, comienza en 1876 una nueva época, intentando dar representaciones con gran aparato escénico y estrena la zarzuela El testamento del brujo, con una cuantiosa inversión para la época -600 €-, y ve cómo un el 11 de noviembre las llamas prenden en parte del decorado y el teatro es arrasado por las llamas, durante unos ensayos.
Nuevas obras del Price
Mientras se realizaban las obras, Mr. Parish, solicitó al Ayuntamiento de Madrid la autorización para la construcción de unas instalaciones provisionales, en la calle de la Libertad, esquina con Infantas, cerca de la Plaza del Rey; un proyecto que debía llevarse a cabo por D. Manuel Ortiz de Villajos.
El Ayuntamiento le concedió la licencia por una temporada.
La leyenda del Price «que durante casi un siglo fue el más conocido circo permanente de Madrid» comienza en la noche del 5 de diciembre de 1880.
En 2006 volvió a abrir sus puertas esperando otros cien años más de gloria par tan universal espectáculo.
Información, horarios y reservas
- Dirección: Rda. de Atocha, 35, 28012 Madrid
- Teléfono: 91 318 47 00
- Web: https://www.teatrocircoprice.es/